La tradición órfica afirmaba que Érebo era hijo de Chronos y Ananké. Autores latinos atribuyeron gran cantidad de descendientes a Érebo y Nix. Moros, Caronte, Eros, Eleos, Ptono, Geras y las Keres se contaban entre ellos.
La palabra es probablemente protoindoeuropea, *h1regwos, cognado del antiguo nórdico rœkkr, del gótico riqis (‘oscuridad’), del sánscrito rajani (‘noche’) y del tocario orkäm (‘oscuridad’). Otra sugerencia es un préstamo del semítico, comp. con el hebreo erebh y el acadio erebu, ‘atardecer’, ‘noche’ (y de ahí ‘oscuridad’). La misma etimología de ‘atardecer’ ha sido sugerida para Europa.
Nix arrastraba las oscuras nieblas de Érebo por los cielos llevando la noche al mundo, mientras Hemera las esparcía trayendo el día. Nix bloqueaba la luz del Éter (el aire superior brillante y luminoso) y Hemera despejaba la oscuridad permitiendo que el Éter volviese a iluminar la tierra. (Adviértase que en las antiguas cosmogonías se consideraba que la fuente del día era el Éter o atmósfera brillante y no el sol.)
De acuerdo a algunas leyendas posteriores, Érebo era parte del Hades, el inframundo, e incluso a veces se usaba como sinónimo. Él era el lugar por donde los muertos tenían que pasar inmediatamente después de fallecer. Después Caronte los porteaba cruzando el río Aqueronte, y entraban al Tártaro, el verdadero inframundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario