En la mitología griega los Oceánidas (en griego Ποταμοί Potamoí, ‘ríos’; en latín Fluminae) eran dioses fluviales, personificaciones de los ríos a los que se suponía gobernados por ellos. Hesíodo los hace hijos de Océano y Tetis y los enumera, uno por cada río conocido en la época. De esta forma, serían hermanos de las Oceánides.
Se les representaba como ancianos de larga barba con los atributos fauna y flora propios del río del que tomaban el nombre. Lucían guirnaldas o coronas hechas con la vegetación del lugar o dos cuernos, si el río se dividía en varios brazos o afluentes. Se les solía invocar antes de cruzarlos, con el enorme respeto que merecían. En numerosas esculturas los dioses fluviales se apoyan en cántaros del que mana el agua del río, más o menos inclinados dependiendo de la rapidez con que circulaban las mismas.
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