El Círculo protector es donde burbujean nuestras energías, así como también lo son las paredes que nos protegen contra los espíritus y las energías perturbadoras. Debemos trazar el Círculo de protección para cualquier ritual o hechizo que practiquemos, para que podamos alcanzar nuestros objetivos sin que nos dañen.
El Círculo permite la entrada de las energías que son las correctas para nuestro trabajo, impidiendo la interferencia de cualquier entidad del mal o del bien que nos pueda atrapar.
Si no trazamos el Círculo de protección, no conseguiremos alcanzar los objetivos del ritual, pues nos convertiremos en blancos fáciles de las influencias que vienen de fuera.
Una vez que el Círculo se haya trazado, nada ni nadie puede atravesarlo hasta que el ritual no quede cerrado para no romper su aura de protección. En el caso de que sucediera, el círculo se debe trazar de nuevo.
El Círculo puede ser tanto imaginario como también ser perfilado con tiza u objetos como piedras y velas. Cuando contorneamos el círculo con piedras, después sentimos una intensa y positiva energía protegiéndonos, porque las piedras llevan consigo toda la fuerza de la naturaleza.
Dicho Círculo estará consagrado por los poderes de los cuatro elementos (a los cuales hay que llamar) y por el Dios y la Diosa. Así como también por nuestra energía, la cual se concentrará dentro de ese espacio y la que podremos dirigir, desde allí, a nuestro objetivo.
Hay muchas maneras de trazar el Círculo Mágico, unas más laboriosas que otras, pero todas tienen por objetivo el ser un límite entre dos mundos y poder trabajar en el mismo protejidos.
Debemos tener presente que todas las herramientas que vayamos a utilizar en el ritual estén dentro de esa área, para no estar saliendo y entrando del Círculo, porque sería un completo caos de energía. Así que lo más conveniente es hacer un Círculo en el que podamos movernos cómodamente.
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